Hace ya unos añitos que me licencié en Filología Alemana en Santiago de Compostela. Mis primeros contactos con la docencia fueron a través de la enseñanza de ELE y actualmente me dedico a la enseñanza del alemán. Durante todos estos años, desde entonces hasta ahora, casi toda mi formación está vinculada al mundo de ELE, pues es en ese ámbito donde encuentro más oferta formativa actualizada. De todas formas, todo lo que aprendo en los cursos que he hecho, ya sea sobre las TIC, sobre evaluación, sobre metodología, etc. son aplicables a la enseñanza del alemán, pues al fin y al cabo versan sobre la didáctica de las lenguas.
Trabajo en un centro privado en Santiago de Compostela vinculado a la Universidad. Doy clases de alemán, y concretamente de alemán para el Turismo y la Hostelería. En este centro es obligatorio cursar una segunda Lengua Extranjera, a elegir entre alemán
y francés. El contexto es diferente al de las EOI o Institutos Cervantes, donde de entrada la gente estudia un idioma porque quiere, mientras que aquí forma parte del currículo junto con otras muchas asignaturas. Los primeros años, el ambiente parece más bien el de un instituto -ley del mínimo esfuerzo- y a medida que van avanzando curso van madurando e intentando sacar más provecho de lo que se hace en el aula.
Mi profesión me encanta. Me gusta mucho dar clases, prepararlas, elegir y crear material, evaluar... la verdad es que me lo paso muy bien! Y considero fundamental estar actualizado en la formación, sobre todo en el siglo XXI, que todo va tan rápido y hay tantas posibilidades. Creo que esto forma parte de mis puntos fuertes. Intento poner en práctica todo lo que aprendo, aunque a veces es difícil aplicarlo por las circunstancias del centro de trabajo. Mis puntos débiles: sobre todo, la poca paciencia con alumnado ñoño, con pocas ganas de trabajar y que se queja por todo. En estos casos, en lugar de intentar buscar algún camino para trabajar bien con ellos, me bloqueo y mi actitud es negativa: no nos motivamos mutuamente, y esto es lo peor en un aula!
Siempre me ha gustado aprender idiomas. He estudiado inglés en Primaria y Secundaria. Tuve la suerte de poder ir a clases particulares cuando era pequeña, así que en el cole e instituto vivía de rentas. He aprendido inglés sin esfuerzo, aunque mi nivel debería ser más alto del que tengo.
El alemán es un idioma que me encanta y nunca dejo de aprender. Cuando realmente mejoré fue cuando me fui a Alemania a vivir y aun ahora intento leer y escuchar mucho, siempre aprendes algo nuevo!
Hace unos meses empecé a estudiar francés y lo dejé, no porque no me gustase, sino porque no me gustaba cómo me enseñaban: solo fotocopias y la dinámica siempre la misma: algo de comprensión lectora, vocabulario, gramática y aplicar lo aprendido en parejas. Pero no había ningún tipo de trabajo para afianzar el vocabulario -a veces más de 40 palabras por sesión!-, o las estructuras gramaticales o de fonética. Poca comprensión auditiva, ningún juego, video... así que decidí no seguir porque le iba a coger manía. Lo de que cómo te enseñan un idioma y el profesor que te enseña son definitivos parece que va a ser cierto. Igual de cierto que avanzarás más o menos en función de tu dedicación, pero la experiencia de estos años es que un porcentaje del alumnado muy bajo le dedica tiempo al aprendizaje fuera del aula, con lo que hay que sacar el máximo provecho de lo que se haga en ella.
Bueno, y esto es todo por ahora...
Bueno, Marta, es que a nadie le gusta perder el tiempo y si siente que no aprende es normal que abandonen.
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